Nunca fui fan de los libros de negocios, hasta que leí Shoedog, de Phil Knight. Aunque medio me obligó mi esposo a leerlo, tengo que confesar que me abrió los ojos porque nunca, nun-ca, esperé engancharme* con su historia.

Después de Shoedog, la historia del fundador de Nike (nada menos), le encontré el encanto a esos miles de libros de gente exitosa y CEOs. Hace poco leí Greenlights, de Mathew McConaughey, y al terminarlo me pasé a The Ride of a Lifetime, de Bob Iger (CEO de Disney). Al terminar ese, me fui por el último de Michelle Obama, The Light We Carry.
Mi afán por Isabel Allende se fue volando por la ventana y todo porque las historias de estos grandes personajes de la vida real me jalaron como imanes a sus logros. Cuando compré el de Michelle Obama en mi Kindle (ya hablamos del amor por el Kindle aquí), me di cuenta que mi plan de leer novelas este año ya estaba más que deshecho.
¿Por qué estaba tan enganchada con estas historias?
Porque inspiran.
Ajá.
Por la misma razón por la que quiero ver todos los anuncios de Nike aunque no sea deportista o por la misma razón por la que me quiero tomar una Coca Cola (normal) todos los diciembres.
El storytelling de estos libros es lo que hace que quiera seguir leyendo más historias de éxito. Son entretenidas, tienen dilemas y luego se resuelven con celebración. La clásica fórmula de storytelling.
Pero en la vida real, la historia no es tan inspiradora como suena en un libro. Es como cuando hacemos videos de fin de año recopilando los mejores momentos de enero a diciembre; son solo los buenos ratos.
Tal vez haya un par de deslices en la recapitulación, pero sin duda alguna el video termina con algún tipo de celebración y felicidad.
La realidad de esta gente exitosísima es que les tocó trabajar duro, estar incómodos, pasar penas y no tener certeza de su futuro en más de una ocasión. Pero sin importar esos malos ratos, al final el libro cuenta una historia que todos nos queremos llevar; la que dice que todos podemos lograr ser como ellos.
Como con los anuncios de Nike, las probabilidades de que lleguemos a ser Serena Williams son bajas (bajísimas), pero igual quiero sentirme parte de esa comunidad por la esperanza de algún día considerarme deportista. Yo, por ejemplo, me pongo mi atuendo de Nike a las 5am y me siento atleta de alto rendimiento haciendo pesas de 5lbs porque just do it.
Al final, lo que me llevo de estos libros es que hasta los malos ratos se pueden pintar más alegres con el storytelling correcto. A nadie le gusta madrugar, pero si Phil Knight me dice que esa constancia me va a llevar lejos, tal vez lo haga más seguido. Tampoco me gusta hacer manualidades ni nada crafty, pero si Michelle Obama me dice que tejer le ayuda a despejar la mente y pensar más claro, tal vez lo pruebe.
El secreto para convencerme de hacer o comprar cosas nuevas está en su historia y cómo la cuentan.
*Es por eso que surgió mi ebook, Enganchados: Storytelling for Business, porque la persuasión de una buena historia es tal, que hasta estoy por empezar a tejer.
Y eso es mucho decir.
Nos vemos la próxima semana en tu buzón de entrada a las 7am hora Guatemala.
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