Hace mil años (10, al menos, pero aquí exageramos), de repente me encontré en una racha de borrar y bloquear a cuentas en Twitter con las que no estaba de acuerdo.
Ah, ¿pensas esto X y yo pienso que es Y? Eliminado.
Hasta tuvo un efecto terapéutico, no voy a mentir. Pero como también estaba estudiando psicología en su momento (repito, hace mil años), estaba hiperconsciente de mis acciones frente a los triggers (algo exagerado decir “detonante emocional”) que me hacían borrar a gente o sacarla de mi entorno.
Qué poca tolerancia a palabras que no resuenan con mi cabeza.
La universidad me ayudó muchísimo a escuchar. Por primera vez estuve rodeada de gente de países diferentes al mío, con idiomas distintos y con perspectivas (¡ideas de la vida!) radicalmente opuestas a lo que yo creía ser “la manera de ser”.
Aprendí que, como todo lo que hablamos en este espacio, muchos de esos “triggers” eran por su storytelling o las narrativas que ya tenía en mi cabeza.
Esas ideas preconcebidas que llevamos (a veces inconscientemente) son historias que en su momento hicieron clic con nuestra realidad y pues, se volvieron inquilinas permanentes en nuestra forma de pensar.
Pero resulta que puede venir otra historia y darles la notificación de desalojo a esas ideas preconcebidas. Cuesta, pero se puede.
En mis clases me obligaban a ponerme en los zapatos de alguien más, sobre todo en una clase que se llamaba “Moral Psychology”. Ahí aprendí que las perspectivas no son “buenas” o “malas” sin antes pensar de dónde vienen.
Ya con ese contexto, que requiere escuchar por cierto, podemos ir moldeando cómo reaccionamos o actuamos frente a una situación con la que no estamos de acuerdo.
Después de esa Epifanía no tan alegre porque me obligaba a escuchar de verdad, regresé a Twitter a desbloquear a la gente que había bloqueado.
¿El resultado? Aprendí que lo que para algunos es “bueno” para otros puede ser “malo” porque sus realidades son distintas. Que existen varias verdades y que la nuestra no es la única ni la correcta por más que creamos que sí. Que, si escuchamos detenidamente, podemos aceptar que se vale pensar diferente y que no pasa nada si así lo hacemos.
En fin, parte de lo que me gusta del storytelling es esa capacidad de plantear ideas o conceptos que tal vez difieran con nuestros lectores (o amigos víctimas que escuchen nuestros rants). Y, si funciona, por lo menos logra que quienes nos oigan o lean entiendan de dónde viene nuestra perspectiva en un principio.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.