El hábito de la lectura empieza cuando no sabemos leer. Cuando era niña, mis papás me leían en recio en la casa (o se inventaban historias) hasta que aprendí a leer.
Los primeros tres libros de Harry Potter, por ejemplo, no los leí, los escuché. Mi papá se tomó el (gran) tiempo de leernos a mi hermano y a mí los tres primeros libros en español. Me regaló un montón de tiempo pero también me dio un regalo mucho más grande que la historia en el mundo de Hogwarts.
Todavía me acuerdo de estar en mi casa de la infancia acostada en el salón de la sala de visitas escuchando El Prisionero de Azkaban después de cenar. Es más, fuimos al cine a ver la primera y la segunda película y mi comentario al salir fue “así no es la historia”.
Aprendí a leer cuando estaba lejos de entender las palabras y eso, para mí, ha sido de los mejores regalos.
A los ocho años, más o menos, empecé a alquilar libros en la biblioteca del colegio. Tuve la (gran) dicha de ir a un colegio en donde teníamos acceso a una biblioteca enorme con cualquier cantidad de libros para todas las edades. Cada semana (creo), nos llevaban a la biblioteca a sentarnos en una alfombra a escuchar que nos leyeran un libro. Obviamente mi memoria de cuando tenía ocho no es la más clara, pero sí estoy segura que muy pocos se quejaban de la actividad.
Nos encantaba ir a la biblioteca.
Parte de la actividad semanal era alquilar un libro y llevárnoslo a la casa. A los ocho años, en tercero primaria, alquilé The Witches, de Roald Dahl. Como ya sabía leer, fue la primera vez que me sentí dueña de una historia porque no podía parar de leerlo. Me gustó tanto, que incluso se volvió EL libro entre mis amigas y todas lo pararon leyendo en algún punto.
A la fecha, con dos amigas muy cercanas (las mismas de tercero primaria) tenemos a The Witches guardado en un lugar especial del corazón.
Conforme fueron pasando los años, fui leyendo más y más libros de diferentes temas. Llegaba a la casa, cenaba, me bañaba y antes de dormir leía un rato.
La lectura cuando somos niños va más allá de un requisito del colegio.
Cuando leemos por placer desde chiquitos, la imaginación enciende una luz en un espacio que no estaba iluminado antes; se expande.
Todo se expande: el vocabulario, el pensamiento crítico, las emociones, los sueños.
Este año, con el cariño que le tengo a los libros para niños, hicimos un cuento junto a Martes Creativo Shop justo sobre la imaginación y lo importante que es fomentarla en todo lo que hacemos a diario.
Si seguimos con la analogía de la luz, este libro que personaliza el nombre del niño es esa luz que se enciende en un espacio que no estaba iluminado antes. ¿Y lo mejor de todo? Está escrito de tal forma que el niño/a que lo reciba como regalo de Navidad puede ser protagonista de su propia historia.
Como mamá, por supuesto que ya reservé el libro de mi hija.
Como adulta, me hubiera encantado recibir un libro con mi nombre de niña.
Para quienes estén interesados en los libros infantiles, les comparto el link abajo para conseguir el suyo. IMPORTANTE: por favor escribir el nombre del niño/a en la sección de “notas” del carrito para personalizar el libro.
https://martescreativoshop.com/collections/cosas-bonitas/products/cuento-infantil
O me pueden responder vía correo para más información.
Eso fue todo por hoy, nos vemos la próxima semana a la 7am hora GT.