Como todos los que vivimos en la Ciudad de Guatemala sabemos, el tráfico es uno de esos elementos patriotas que nos unen a todos los chapines por el repudio que le tenemos.
Hay quienes buscan encontrarle el lado productivo al asunto y recomiendan oír podcasts o audiolibros para que ese tiempo eterno no sea un desperdicio. Otras personas recomiendan hacer una buena playlist para ir cantando a todo pulmón porque de plano ya no quieren seguir siendo “productivas” con su día. Y hay quienes, como yo, que pasan por una montaña rusa de emociones y actividades para tolerar la situación.
Hace unos años, por ejemplo, pasé tantas horas en el carro que escribí un poemario. Al poemario le puse Las ganas de hablar y hasta le dediqué más de un poema a esas escenas de carreteras agrietadas y carro con carro.
Hoy, cuando tengo un encontrón con las calles de Guatemala, combino música de hace 10 años (como buena Millennial) con fotos de anuncios de publicidad.
Si me llegaran a asaltar (como pasa a diario en las calles de la ciudad), el ladrón tendría una colección de fotos de mupis, vallas, letreros o puestos de comida que veo al azar mientras voy manejando. Y es que, cuando era niña, estaba obsesionada con ir leyendo lo que decían las calles porque invariablemente encontraba errores de ortografía.
Por alguna razón que desconozco a la fecha, desde que aprendí a escribir me memoricé las reglas de ortografía y gramática y para siempre se volvieron parte de mi organismo. Son de esas memorias que no entendemos porqué las tenemos pero están grabadas en nuestra cabeza. Es más, hace poco le mencioné la palabra “esdrújula” a mi hermano y casi me vomita.
Para hacer breve el cuento, ahora le tomo fotos a los textos que veo para compartirlos en mi cuenta de Instagram y tratar de mejorarlos para transmitir el mensaje de una mejor manera. Porque esa es la cosa: estamos tan acostumbrados a ver los mismos textos aburridos o con poco sentido que ya ni cuestionamos lo que dicen. No lo hacemos porque no nos mueven; no nos hacen sentir.
Eso es lo que quiero cambiar. Al ver los textos en la calle, me pongo a pensar cuál sería una mejor opción de redacción para que cualquier lector sienta algo. La verdad, no me importa si esa emoción es positiva o negativa, pero que se sienta. Es ahí en donde empiezan las conversaciones en serio.
Así que, si estás atorado/a en el tráfico de estos días, ya te dejé aquí otra opción para entretenerte y hacerte pensar un poco. Si ves textos aburridos o que no te dicen mucho, por favor mándamelos a mi Instagram para que podamos compartirlos con una versión más interesante.
Al menos pasamos el rato en la calle distraídos.
Eso es todo por hoy, nos vemos en tu buzón la próxima semana.
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