Nunca fui la más fan de celebrar mi cumpleaños hasta que conocí a mi esposo. Tengo la gran suerte de tener a alguien que se emociona más por el día en el que nací que yo (eso no lo tomo por sentado).
Como aquí hablamos de storytelling, me tomé una pausa para revisar mis notas en el celular para ver si así encontraba alguna historia qué contar por aquí.
Para mi sorpresa, no encontré una historia sino varias.
Resulta que hace años (tipo 2015, ¡hace casi diez años! Qué abusivo el tiempo), me dio por escribir frases que escuchaba a mi alrededor. No al estilo “La gente anda diciendo” sino más como “lo que la gente me anda diciendo a mí”.
Así me pasé años, recopilando frases cortas o dichos de gente con la que he tenido un millón de conversaciones o que solo tuve una en mi vida.
Encontré frases sin nombre, de esas que se quedan grabadas sin saber quién las dijo. Encontré frases de personas que las leo y me vuelven a hacer reír (como la de un amigo híper crack que tiene una carrera estelar en el mundo de energía renovable en Europa pero que en algún punto dijo que se iba a rendir y se iba a dedicar a hacer pole dancing). Pero lo más sorprendente es que tengo frases de personas que ya no están, o que no están en este plano al menos.
Me dio mucho gusto compartir esas frases con los seres queridos de las personas que ya fallecieron porque, por unos minutos, lograron revivir su esencia.
Ese listado de notas también me demostró una evolución en gustos de lectura, me recordó viajes que hice hace 5, 10, 15 años; me dio un vistazo a la historia que he construido día a día, frase a frase.
Por más cursi que suene, fue un recordatorio (muy entretenido) que vale la pena tomar una pausa y hacer una reflexión (aunque sea corta) de lo que significa cumplir años. Como esta semana celebro 31 años, quería compartir un vistazo a lo que sucede tras bambalinas del storytelling: curiosidad, discusión, pensamiento crítico.
Así como una frase me transportó a Máncora, otra a Vermont y otra a la sobremesa donde mi abuelita, al final estas frases cortas son un recordatorio que las historias solo existen mientras las sintamos y las recordemos.
Como con el storytelling, sin emociones son solo palabras.
En honor a esta reflexión, los invito a seguirse celebrando y a soplar candelas solo porque sí. Porque, como me demostraron mis notas de celular, las historias van pasando mucho más rápido de lo uno se imagina.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.
llore... que lindo
Este me encanto