Hay un debate en línea sobre si Taylor Swift es una modelo a seguir o no porque no está casada y no tiene hijos a sus 34 años, entre otras cosas.
Voy a hacer una pausa para que se rían y seguimos.
Personas que admiro mucho a nivel profesional han demostrado tener opiniones fuertes acerca del tema (con las cuales no estoy de acuerdo) y mi reacción defensiva me obligó a tomar una pausa.
¿Por qué me molesta tanto que critiquen a Taylor Swift por sus decisiones personales?
Aquí en donde entra el storytelling que tanto nos gusta en este espacio.
Crecí en una casa en donde casarse y tener hijos no era el centro del universo. Digamos que nunca fue la meta, sino que era parte de lo que “los demás” esperaban de uno al crecer. Lo primero era lo primero: una carrera para ser independiente.
Por supuesto que el ejemplo a seguir que tenía era una línea directa de mujeres independientes y trabajadoras que abrían brechas profesionales en los lugares en donde pasaban.
Para mí, la historia de “crecer” cuando era niña era usar un traje completo y tacones para ir a trabajar; mi mamá es abogada (con mil y un sombreros de roles más).
Mi abuela también marcó la pauta en el sector inmobiliario. Incluso me atrevo a llamarla pionera porque fue la líder haciendo lo que hacía ella. En más de alguna ocasión mencioné en ambientes profesionales que era mi abuela y la gente me respondía con ojos bien abiertos y cejas levantadas, ¿de verdad es tu abuela? ¡Famosa!
Esa es mi historia de modelo a seguir: con divorcios, hijos, pérdidas y amistades a un lado. Al final, los temas personales eran justo eso: personales.
Reconozco que no es la misma historia con la que otras personas crecieron. Sé que para muchas personas casarse y tener hijos sí era la meta o la historia de vida que tenían en su cabeza. Y eso está okay.
Nadie (ni yo) conoce lo que pasa a puertas cerradas. No sabemos si Taylor Swift sí va a terapia (un argumento ridículo de este artículo) y usa la escritura como método de catarsis (aunque probablemente sí y pues, kudos a ella porque aparte hizo un montón de dinero de esa catarsis).
No sabemos si es religiosa o no (otro de esos argumentos con los que no estoy de acuerdo) y su moralidad (pero sí sabemos de sus actividades filantrópicas que literalmente mueven la aguja en las ciudades que visita para su tour y eso para mí tiene mucho más impacto social que ir a escuchar un sermón los domingos, por ejemplo).
No sabemos un montón de cosas.
Lo que sí sabemos es que el internet no se vuelve loco con un hombre igual de famoso, por ejemplo.
Nadie ha cuestionado si Justin Bieber es un buen ejemplo para las niñas que escuchan su música. ¿Los raperos cantando vulgaridades? Uy sí, vulgares pero es la música de ahora. Eso decían los papás cuando íbamos a fiestas en secundaria.
Al final, estas piezas de opinión lo que evidencian es el clásico estándar doble sobre lo que significa el poder, la influencia y los roles que tenemos en esta vida. Son un montón de historias.
Lo que no deja de sorprenderme es que las historias negativas inevitablemente caen en estas mujeres que, en contra de muchos pronósticos, han conseguido impactar economías globales. ¡Globales! (No sé si dimensionan este nivel).
Sigo esperando leer la pieza de opinión que diga que Trump es un mal role model por sus decisiones personales, ya que estamos en esas. Nada que ver con política, pero aquí estamos hablando de la historia de la vida personal de una persona entonces se abre esta discusión también.
Como se trata de una historia que me hace tanto ruido mental, incluso me metí a indagar un poco más sobre la definición de ‘ejemplo a seguir’. Según Merriam Webster: a person whose behavior in a particular role is imitated by others.
Lo busqué en inglés porque el artículo está en inglés y pues, peras con peras.
Y ahí fue en donde encontré la respuesta de esta historia tan enredada en mi cabeza: “in a particular role”.
Es imposible creer que una persona es un ejemplo a seguir en todas las aristas de su vida. La realidad es que todos, absolutamente todos, cometemos errores y tomamos decisiones que tal vez no sean excepcionales. Pero como estamos acostumbrados a visualizar a los famosos como personajes de películas o de libros de ficción, tal vez se nos olvide justo eso.
Me parece injusto usar justificaciones anticuadas como su estado civil o sus relaciones amorosas para dictar si es villana o no para las vidas de niñas chiquitas. Es más, si una niña de 10-15 años aprende a hablar, pensar o escribir con ese vocabulario y esas figuras literarias, me levanto de mi silla a aplaudirle porque es una gran capacidad mental esa.
Como le comenté a mi hermana hace poco, mis amigas y yo crecimos escuchando a Britney Spears y a Christina Aguilera (¡videos escandalosos para niñas!) y bueno, nadie se ha rapado ni mucho menos.
Aunque ganas de raparse a veces no faltan en la vida (mis amigas se reirán con esta broma interna, #FreeBritney).
Pero bueno, me distraigo del storytelling. En conclusión: me parece que la historia del ejemplo a seguir está tergiversada con el afán de encontrar a un ser humano perfecto. Para ser más específica, con el afán de encontrar a la mujer perfecta. No sé ustedes pero a mí esta historia ya me aburrió.
¿Taylor Swift es perfecta? Por supuesto que no, pero sin duda alguna es alguien que ha roto barreras, récords y estándares de lo que significa definir su carrera de acuerdo a sus reglas y no a las de los demás. En ese rol en particular, me quito el sombrero.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.
👌🏼