Celebramos el último día de enero porque al fin llegó. Repetidas veces he visto en historias de Instagram a gente subiendo la fecha como el “65 de enero”. Pero, ¿será eterno para todo el mundo?
Algunos psicólogos argumentan que, efectivamente, se puede sentir que dura mucho más que el resto de meses a pesar de tener la misma cantidad de días.
Si tomamos el high de diciembre como referencia, de plano que enero se siente más despacio. Entre eventos, familia, regalos y celebraciones, cualquiera tiene un bajón cuando el ritmo de la vida baja un poco la velocidad.
Por lo general siento que enero dura tres años y el resto del año camina con la cadencia de siempre. Este 2024, sin embargo, enero me atropelló.
(Le dije esto a una amiga hace poco y pensó que era literal la atropellada…mal juego de palabras).
A diferencia de mi esposo y mi hija, a mí se me acaba la batería social rápido. Esto significa que diciembre es más como un altibajo que un gran high de dopamina. Aunque me encanta la magia de fin de año, tengo que admitir que para el 31 de diciembre ya voy de rodillas anhelando mi rutina de siempre.
Criatura de hábitos, eso soy.
Pero este enero, en lugar de sentirlo como un para siempre lo sentí como un abrir y cerrar de ojos. Tuvimos invitados extranjeros, eventos los fines de semana, deportes y demás ocasiones para salir de la casa.
¿El resultado?Ya es 31 de enero y siento que sigo recuperándome de Año Nuevo.
El mes pasó rapidísimo y me entró un terror como intravenosa de pensar que el año pase así de rápido también.
Estaba en esa reflexión-pánico cuando entendí que, como todo en la vida, el tiempo sí se siente más rápido cuando tenemos la cabeza ocupada. Además de los temas sociales, también me propuse leer más, ver series (¡terminamos The Crown en mi casa!), hablar más con amigos, aceptar trabajos más públicos (talleres, por ejemplo).
Fue un mes ocupadísimo.
Para mi sorpresa, resulta que sí tenemos control sobre la percepción del tiempo y es justo aquí en donde entra el storytelling.
Existe una gran diferencia entre pensar que algo se mueve lento y la realidad del asunto. Es decir, todo se mueve al mismo ritmo y somos nosotros quienes le asignamos la etiqueta de “rápido” o “despacio”. Como con toda buena historia, es cuestión de ponerle atención a lo que le gusta o entretiene a la cabeza para entender cuáles son esas cosas que creemos que avanzan a otra velocidad.
Al final de esa reflexión y después de ahuyentar el pánico, sentí un alivio de pensar que yo controlo cómo paso los meses del año; rápido, despacio, aburrida, entretenida. Por más abstracto que suene, tiene algo de poder (si no es que todo) controlar nuestra propia narrativa del tiempo y los momentos que lo llenan día a día.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles semana a las 7am hora GT.
Me encantó 👏🏻