La rutina es el conjunto de las actividades que hacemos de forma recurrente. También es lo que nos hace quiénes somos en la etapa en la que estemos en la vida. Cuando me gradué de la universidad y empecé a trabajar, le copié un poco la rutina a mi mamá para tratar de encontrar algún tipo de balance entre un mundo corporativo nuevo y una vida social diferente.
Como vivo en la Ciudad de Guatemala y el tráfico es de terror, me tocaba manejar ho-ras a la oficina de ida y vuelta. Esto me obligaba a madrugar si quería peinarme, semi maquillarme, desayunar y llegar a las 8am en punto a mi escritorio. Pero también se me ocurrió sacar una maestría por las noches, entonces regresaba a las 10pm después de clases.
No había espacio para hacer ejercicio, dormir, comer saludable y ser social al mismo tiempo. O al menos eso pensaba hasta que le copié a mi mamá. Comencé a levantarme a las 4:30am a hacer 30 minutos de ejercicio a diario, a preparar lonchera para llevarme comida saludable a la oficina, a tomar más agua y menos café (sí, a ese extremo llegué).
Cada día que sonaba mi alarma me daban ganas de llorar, pero cuando terminaba de hacer ejercicio y me preparaba para salir me sentía llena de energía y lista para ir cantando en el tráfico en vez de irle pegando al timón.
En cuestión de seis (largos) meses, mi cuerpo era otro y mi mente también. Entendí, después de toda mi vida, cómo mi mamá podía hacer tanto en 24 horas. No había nadie ni nada aplaudiéndole cuando se levantaba a las 4am a hacer ejercicio ni cuando rompía barreras en su carrera, lo único que la motivaba era una rutina porque sabía que funcionaba.
Siete años después de empezar a tomarme el ejercicio, la comida, la hidratación y el sueño como elementos indispensables en mi rutina, sigo viendo mejoras en mi manera de funcionar. Incluso después de los desvelos que conlleva la maternidad o las rutinas “interrumpidas” con situaciones fuera de mi control, si regreso a esos elementos sé que eventualmente va a salir el sol. Y eso que me han tocado, como a todos, tormentas largas.
Sin ánimos de predicar un estilo de vida, cuento toda esta historia porque un sinfín de veces me topé con una voz en mi cabeza que me decía “no vale la pena”. Que no valía la pena madrugar, que no valía la pena obligarme a tomar más agua, que no valía la pena la maestría o los múltiples trabajos.
Lo interesante de esa voz interna (muy fuerte, por cierto) es que pierde su encanto cuando la rutina sigue. Nunca peleé en su contra, solo le subía volumen a mis canciones de clásica Millennial haciendo ejercicio o manejando a las 10 de la noche atrás de un contenedor de vuelta a mi casa.
Por años pensé que todas esas actividades de mi rutina eran sacrificios. En realidad, siempre se trataron de inversiones. Cuando suena mi alarma a las 5am (ya mejoré de las 4am), me levanto por inercia porque sé que esos 30 minutos van a cambiar mi día. Cuando quiero tomarme otra taza de café a las 3 de la tarde, en especial después de una noche sin dormir por llantos de bebé, me trago un vaso de agua en su lugar porque sé que eso me va a levantar más que la cafeína.
Y para ser honesta, lo odio. Si fuera por mí, mi ejercicio fuera caminar una cuadra a las 10 de la mañana y me tomaría siete cafés al día. Pero cuando sigo mi rutina, mentalmente me doy una medalla de oro. Me siento como atleta de alto rendimiento en las Olimpiadas cuando hago una repetición más del ejercicio más tedioso. Me siento como Steve Jobs cuando tacho toda mi lista de quehaceres de mi cuaderno. Me siento tan bien cuando funciono como quiero funcionar.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con storytelling?
Pues, todo. Porque lograr bajarle volumen a la voz interna destructora requiere algo mucho más fuerte: la historia que quiero escribir todos los días.
Así que, sin un gramo de motivación y sin ninguna medalla (real), te lo cuento porque esas pequeñas inversiones en nosotros mismos son las que van formando la historia que queremos crear. Tal vez la tuya no implique madrugar ¡y está bien! La moraleja de esta historia es: la rutina tiene un poder subestimado para convertirte en la persona que quieres. Y cuando le pones atención, es una linda historia.
Eso es todo por hoy, nos vemos la próxima semana a las 7am hora GT.
¡Genial!