#36: Crónicas de una doctora de la vida real
Que dice que el 80% de tus problemas no son problemas
La realidad es que la vida trae problemas pero, ¿qué tan problemáticos son de verdad? Hace poco hablé con una buena amiga que es doctora. La conozco desde niña y siempre he pensado que sus comentarios son muy atinados y en sintonía con la realidad.
Como decimos en conversación, es una persona ubicada.
Resulta, que cuando empezó a estudiar medicina y le tocó ir a hacer turnos a hospitales públicos, tuvo un momento de lucidez en donde se dio cuenta que los problemas que creemos tener en el día a día en verdad no son problemas.
¿Cómo así?
Que si se arruinó la lavadora en la casa, que si no te contestaron el WhatsApp de buen modo, que si las flores de la cena con amigas no están perfectas, que si le faltó ruedo al vestido o que si el internet está lento en la casa.
Estas cosas son cosas que irritan, sí, pero cuando llevas 23 horas de turno viendo todo tipo de emergencias en un hospital, lo último que te importa es el modo en el que alguien escribió en WhatsApp. ¿Las flores del evento? Totalmente innecesarias.
Al final, lo que mi amiga doctora me enseñó con esa noción de problemas es que se trata de la perspectiva con la que ves la situación. En su carrera, aprendió que los problemas “reales” son esos que te quitan la alfombra debajo de los pies y te botan al piso sin previo aviso; el resto son solo inconvenientes.
Como todos, yo he sido víctima de la historia que me cuento cuando la lavadora no funciona o cuando me hacen esperar una hora para atenderme en el banco. Me he puesto furiosa, sí. Pero lo que no me había dado cuenta es que solo era una historia enredada.
No son problemas.
El truco está en repetirnos la historia de una forma que sea más simple y menos compleja (emocionalmente). Esta semana, por ejemplo, mi hija no paraba de sacar emocionadísima sus juguetes y desordenando todos sus libros que yo acababa de ordenar por tamaño y color porque soy de esas personas. Me empecé a enojar y pensé en mi amiga. Definitivamente no es un problema que una niña tenga energía y entusiasmo. ¿Que sea un poco irritante ese nivel de energía a las 6 am un sábado después de varias copas de vino el viernes en la noche? Sí, puede ser. Pero problema no es.
Entendí que las palabras que le ponemos a las emociones en distintas situaciones tienen la capacidad de cambiar la historia. Para ayudar a crear historias saludables y no problemáticas, me funciona escribirlas en un documento de Word o en Notes del celular. Descargo ahí toda esa energía negativa y días más tarde vuelvo a leerla.
Lo que termina pasando es que no entiendo porqué me molestaba tanto en un principio. La mente tienen la mala costumbre de enredar historias simples, menos mal la escritura ayuda a ubicarnos de vuelta en la realidad.
Así que, con esta reflexión de storytelling termina La Tintorera de esta semana. Cuéntame en los comentarios o por correo (lo que prefieras) qué te parece la lección de la doctora.
Nos vemos el próximo miércoles en tu buzón de entrada.