En junio cambié la dinámica “normal” de Redactiva y estuve más tiempo fuera de la pantalla que detrás de ella. Por lo general, mi trabajo implica pasar horas investigando, haciendo lluvias de ideas y escribiendo en mi computadora. Pero el mes pasado hice (terminan esta semana) nueve sesiones de talleres de storytelling, seis de esos nueve siendo presenciales.
Y, ¿entonces?
Entonces, vamos un par de pasos hacia atrás.
En total, fueron 3 talleres divididos en 3 sesiones cada uno. Los temas fueron: storytelling para emprendimiento, para marca personal y para fundaciones.
Dejando a un lado lo que “refresqué” y volví a aprender de la teoría con fórmulas de escritura y ejemplos de marcas nuevas o establecidas, lo que más me abrió los ojos durante estas sesiones presenciales fue ver que cada participante iba agregándole a los ejemplos, a los obstáculos o a la creatividad que necesitaban entre sí.
Conté por lo menos cinco veces que una persona dijera “estoy que me explota la cabeza con tantas ideas” y yo podía decir lo mismo de escuchar las historias de las participantes.
Pero el patrón en común que encontré en todas las sesiones fue que muchas ya tenían una idea de cómo debería sonar su historia y no tanto cómo contar su historia para diferenciarse del montón.
Los deberías son un arma de doble filo en este mundo de storytelling y mercadeo. Por ejemplo, si una marca de mi competencia eleva la calidad estándar de los productos, sí deberían correr los demás a equipararla si juega un rol clave en la decisión de compra. Pero si una marca cuenta una historia y le funciona, las otras no deberían correr a decir lo mismo porque a una le funcionó.
Es una leve diferencia que puede provocar un gran impacto.
Lo más increíble de estos deberías es que, en cuanto las participantes (sí, todas mujeres), se daban cuenta que podían contar su historia a su manera y desde un punto de vista original, las ideas empezaron a caer como aguacero y entre ellas iban construyendo más y más opciones para ser creativas.
Aunque estos talleres tenían objetivos y entregables puntuales, la realidad es que las experiencias de todas (incluyendo la mía) fue lo más valioso de cada sesión. Agarraron la teoría, las fórmulas y los ejemplos de los casos de éxito y lograron aplicarlo todo a su marca; lograron romper con la noción de seguir un molde de mercadeo o de estrategia de redes sociales universal y en su lugar optar por esa historia que las hacía auténticas.
El buen juicio nace de la buena inteligencia y la buena inteligencia deriva de la razón, sacada de las buenas reglas; y las buenas reglas son hijas de la buena experiencia: madre común de todas las ciencias y las artes. - Leonardo DaVinci
Así que bueno, si tuviera que sacar una gran conclusión de los talleres de junio, diría lo siguiente:
Compartir nuestras historias no es peligroso porque nos puedan copiar; compartir nuestras historias es poderoso porque nos pueden querer más al escucharnos.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT para seguir hablando de storytelling en la vida real.