Si me siguen en Instagram o en la vida real sabrán que llevo un par de meses de lectura obsesiva. Todos los libros que he leído este año (que han sido 10) tienen una narradora mujer y todas esas narradoras tienen una mala relación con sus mamás.
Qué onda.
Pero resulta que no solo es un fenómeno de los libros sino que en la televisión también. Entre más pienso en series o en películas, son más los ejemplos que se me vienen a la cabeza de relaciones malas o más o menos entre mamás e hijas.
Según este artículo, este patrón tóxico es predominante entre mamás e hijas y no tanto entre mamás e hijos. Que si la mamá las ignora, que si las controla, que si no está disponible, que si es agresiva, que si es narcisista, que si no se puede contar con ella. En fin, la lista es inmensa.
Lo que me parece interesante de esa narrativa es que solo le suma al “storytelling” de la mamá moderna que trata (y que falla) de hacerlo todo.
El Internet y las redes sociales están tapizadas de ejemplos del burnout de la maternidad moderna porque es imposible trabajar como si no tuviéramos hijos y criar como si no tuviéramos trabajo. A eso también se le agrega la presión de tener un círculo social, hobbies, hacer deporte y estar de buen humor para todos en la casa.
A ningún papá se le exige eso.
Pero hoy no vamos a hablar de ellos.
Con esa vida de malabares, ¿quién no estaría on edge con sus hijos de vez en cuando? O con todo el mundo, en general.
Así que regresé a las lecturas que han consumido mi Kindle este año y me di cuenta que en todas las historias la mamá es la “mala” pero la hija que hace de personaje principal nunca se pone a pensar que también es humana su mamá.
Es más, en algunas de esas historias es solo hasta el final de la vida de sus mamás que se dan cuenta que siempre las quisieron y que todo lo que hicieron fue para protegerlas, amarlas o cuidarlas. A su manera, sí, pero desde un lugar de amor.
No encontré ningún estudio de psicología o sociología que me diera una respuesta clara de porqué esta relación es casi siempre más tumultuosa entre mamás e hijas. Pero lo que sí aprendí de mis lecturas de fantasía y de no ficción es que esa narrativa de querer ser el personaje principal todo el tiempo no funciona con la maternidad (y la realidad).
Así como no podemos cumplir con mil quehaceres a la vez, tampoco podemos esperar como hijas que nuestras mamás nos cumplan a nosotras como quizás lo hicieron cuando éramos chiquitas.
El amor incondicional de una mamá es incuestionable, pero lo que sí debe cuestionarse es cómo lo percibimos las hijas porque ahí está la línea delgada entre una buena o una mala relación.
Como licenciada en psicología (ajá, plot twist), nunca fui fan de la escuela del psicoanálisis de Freud porque prefería enfocarme en los comportamientos actuales y no tanto en todo lo que pasó durante la infancia. Sin embargo, luego de leer y releer artículos sobre las relaciones tóxicas entre mamás e hijas, me encantaría leer más sobre cómo explicarle a mis hijos que no soy perfecta y que nunca lo voy a ser. Que, desde que ellos tengan memoria piensen que soy una humana más y que voy a cometer errores.
Quizás ese es el cuco, creer que nuestras mamás (papás, en general) son súper poderosos y que las pueden todas cuando en realidad son como uno, tratando de navegar los días de la forma más decente posible.
Cuando nos volvemos mamás, nos asignan un rol nuevo que no conocemos y que nunca vamos a conocer al 100. Así como cuando nacemos y vamos creciendo a lo largo del camino, qué diferente sería si de entrada nos dicen nuestros guías en este mundo que ellos también están tratando de descifrar cómo seguir andando. O, mejor aún, que nuestras mamás están tratando de descifrar cómo seguir andando después de que les cambió la vida cuando nacimos.
Sin la exigencia de perfección y solo con la expectativa de estoy haciendo mi mejor esfuerzo, creo que la historia de la maternidad moderna no está escrita y que cada año evoluciona hacia un lugar más cerca del balance. Tal vez con ese balance en un futuro podremos leer más y más historias en donde la mamá y la hija son de un mismo equipo porque esa será la norma y no al revés.
Eso es todo por hoy, felicidades a todas las mamás y a las cuidadoras principales en su día este 10 de mayo; ¡qué gran regalo es dar vida y ser guía en esta vida!
Nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.