#139: Agarré mi Kindle cada vez que quería mirar mi teléfono
Y el resultado me impresionó más de lo que creí
Soy Millennial, por supuesto que soy adicta al celular. Veo mi correo, mis mensajes y mis redes sociales a cada rato. Es como si mi mente fuera una extensión o una aplicación más dentro de mi smartphone. Sé que no soy la única porque invariablemente me topo con comentarios de amigos y conocidos diciendo “tengo que bajar mi screen time” o “mi meta es ya no ver mi celular después de las 9pm”.
Así que hace un mes hice un pequeño experimento.
¿Qué pasaría si agarro mi Kindle cada vez que quiera agarrar mi celular para distraerme?
La respuesta corta: en 22 días leí casi 3,000 páginas y cinco libros.
Ni siquiera se ha acabado abril y estoy segura que voy a terminar el sexto libro de aquí al próximo miércoles. No lo digo por arrogante, sino porque estoy impresionada de cuánto tiempo estaba perdiendo viendo mi teléfono.
Aunque sí es (súper) entretenido ver el celular, no puedo dejar de pensar en todo lo que se puede hacer cuando ponemos al cerebro a pensar más allá del scrolling. Y eso que no me considero híper adicta como otras personas.
Cuando estaba en el colegio y en la universidad leía muchísimo. Por obligación, sí, pero también por placer. Cuando entré a la fuerza laboral ese hábito medio se quedó y tuvo sus idas y vueltas en mi vida. Pero aún así, ni siquiera en el pico de mis hábitos de lectura había leído tanto y tan rápido.
Sé que mucho hace el libro en cuestión, pero la moraleja de esta historia es que no estamos hechos para pasar 5-7 horas en el celular. O por lo menos yo no me siento hecha para eso. Por más que me ha encantado ser parte de mundos nuevos en tantos libros, no puedo dejar de sentir aflicción por todo el tiempo - por todos los años - en los que he estado con un freno de mano mental.
Fue un experimento que al principio me pareció ridículo pero que rápido tomó una seriedad que no me esperaba. Sé que por lo menos en mi grupo de amigos en más de alguna ocasión se ha mencionado que no somos fanáticos de los teléfonos inteligentes en niños menores de 16 años, pero jamás me imaginé el daño que también estaba teniendo en mentes adultas.
Ahora que ya retomé (y con creces) el hábito de lectura, estoy segura que de la mano vendrán muchas más ideas sobre historias, cómo contarlas y cómo nos hacen sentir. Así como Lorelai y Rory, me dan ganas de seguir leyendo a este ritmo para ser igual de insoportable con un sinfín de referencias (con las cuales ya están sufriendo mis hermanos y mis amigas cercanas).
No creía que este experimento iba a ser algo que “cambiaría mi vida” pero la realidad es que que en solo 22 días comprobé que si cambiamos un hábito y lo reemplazamos con uno mejor, sin duda se siente como un cambio radical en nuestra manera de pensar, operar y pasar el tiempo.
Para terminar, ya que estamos subidas en el barco (y yendo a todo vapor) de los libros, si estás interesada/o en ser parte de un club de lectura puedes responder a este correo con un “Yo” o dejarme un comentario en la aplicación de Substack para enviarte noticias próximamente.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.
Yo
Yoo con fourth wing