Hace un par de semanas tomé el (genial) curso de storytelling de Daniela Salcedo. Los que llevan años con La Tintorera sabrán que aquí somos fans de la marca de joyas colombiana por su capacidad extraordinaria de contar historias diferentes en cada campaña que hacen. Como me dijo mi equipo creativo, “esa marca se inventa su propio mundito cada vez que saca una colección nueva”.
Pero no son los primeros (ni los últimos) en hacerlo, el rollo es que no es tan fácil como se escucha.
Por supuesto que se viene a la mente el típico ejemplo de Coca-Cola con la felicidad compartida o Nike con las historias de personas mortales levantándose a correr en la madrugada porque, “just do it”.
Lo que hace diferente a Daniela Salcedo es que usa elementos de la realidad y le agrega detalles de fantasía, muy al estilo del realismo mágico que tanto conmocionó al mundo literario en Latinoamérica y luego al resto del mundo hace un siglo.
Más allá de fantasía, presenta elementos irreales como algo normal; extraterrestres para el Día del Cariño, corazones rotos en una sala de operaciones, aretes como ski lifts deseando una feliz Navidad.
Realismo mágico.
Algo similar sucedió el miércoles pasado en Corinne cuando Flabelus instaló su propio mundo en Guatemala.
Al entrar al evento, de inmediato nos transportamos a la historia de Alicia en el País de las Maravillas. Habían hojas de libros, cartas, flores con moñas y un display de zapatos (lo que vende la marca) que hacían del espacio uno sacado de un cuento de hadas.
Pero, cual realismo mágico, ahí estaba sentada yo, en ese mundo inventado por Flabelus.
La fundadora nos contó que cada año buscan tomar ejemplos de la literatura y darle su propio giro para crear una historia detrás de sus colecciones.
Lejos de ser un tema transaccional como “pop-up store”, fue una experiencia completa en donde la mesa, la comida, los colores y la atención jugaban un rol importante para posicionarnos a las invitadas como personajes dentro de su historia.
Por un momento, fuimos parte del mundo que creó la marca.
Eso es algo poderoso.
Así como todos vivimos dentro de nuestra burbuja, las marcas que logran sacarnos de nuestro mundo por un rato para invitarnos al suyo son las que realmente forman una comunidad.
Esa comunidad va más allá de una campaña de publicidad, de mercadeo o de un buen producto.
El resultado de contar historias es que las personas se ponen la camisa de una marca y de forma inconsciente se vuelven embajadores de la misma.
¿Qué mejor mercadeo que eso? Eso es storytelling.
Fue una mañana increíble con el equipo de Flabelus y Corinne, me quedo con las ganas de ver a más marcas en la región seguir los pasos de estas creativas empujando las fronteras de lo que significa vender.
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.