Desde hace un tiempo, juntarse con amigos ha sido más difícil que agendar una reunión de trabajo. Sé que no soy la única malabareando carrera, hijos, bienestar y sueño así que este año me propuse cambiar eso. Si uno se quiere, ¿por qué es tan difícil verse?
Es fácil decir que estamos ocupados y cansados; todos lo estamos hasta cierto punto por X o Y razón. Pero no fue hasta que una amiga hizo la pregunta en mi último cumpleaños, ¿por qué no hacemos más esto si nos encanta?, que le di más pensamiento al asunto.
Tuve la dicha de hacer amigas desde kinder. Tener amigos “de toda la vida” no es poca cosa y no lo tomo por sentado porque sé que no todos tienen la misma suerte. Sin embargo, cuando estaba en el colegio e incluso en la universidad, las amistades eran por default.
En el colegio veía a mis amigos todos los días durante la mayoría del día. En la universidad era hasta más la convivencia porque estudié fuera y los amigos sí se vuelven como familia.
Pero en eso salimos de esas burbujas y la rutina va tomando posesión de las agendas y es lo mejor irse a dormir a las 9pm y adiós a la energía para juntarse con amigos.
Y, y, y.
¿Dormirse después de las 10pm? No, gracias.
Ese pensamiento me pesaba mucho a la hora de tomar decisiones y hacer planes porque mi alarma sonaba a las 4:45am de lunes a viernes y, durante dos de esos años, encima estaba sacando una maestría de noche.
Sí, era cansado.
O eso pensaba hasta que me volví mamá. Cuando mi hija finalmente durmió de corrido en la noche, todo lo que quería hacer era salir y hablar con adultos. Ver a mis amigas, amigos, hablar de cualquier otra cosa que no fuera bebés y rutinas y pachas.
Por primera vez en mi vida me encontré queriendo ser social. Hasta fui la que motivó a mi esposo a celebrar su cumpleaños el año pasado con “unos cuantos amigos” y pararon llegando 35 personas a mi terraza de *apartamento*.
Sin precedente la actitud.
Y es que resulta que sí, la pasamos muy bien cuando vemos más seguido a los amigos y no solo porque “qué alegre”, sino que también hay ciencia que lo confirma. Según esta revisión de 38 estudios, las amistades en la adultez, en especial las amistades “de buena calidad”, predicen de forma significativa el bienestar y nos protegen de la depresión y la ansiedad.
Por otro lado, la falta de esas amistades o “de mala calidad” duplican los chances de morir de forma prematura.
Eso es cosa seria. Tan seria, que es un peor riesgo que fumar 20 cigarros al día.
Grave.
Así que en vísperas del Día del Cariño, quise enfocarme en las historias que nos rodean frente a las personas que queremos.
Por todos lados escuchamos lo importante que es dedicarse tiempo en pareja, al romance o al afamado selfcare. Pero la historia de la amistad es igual de importante para estar bien.
Como todo en la vida, requiere esfuerzo del bueno; como el que usamos para hacer ejercicio, pensar en detalles para la pareja, arreglarse, estudiar para mejorar.
¿La moraleja de esta historia? Hay que juntarse más con amigos.
(Aunque requiera esfuerzo porque de todas maneras todo lo bueno necesita un poco de nuestra parte para que siga siendo bueno.)
Eso es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.