Desde que me acuerdo, levantarme en la mañana es un temón. Pero como con todo, los temones pasan a segundo plano cuando uno se convierte en mamá (o papá). Así que ahora digamos que es un temita. Esto es lo que pienso al respecto mientras escribo esta nota a las 5am.
De niña no me gustaba que me levantaran, me gustaba levantarme a mí con mi propia alarma. La rutina fue la misma todo el colegio (y en la universidad): alarma, ejercicio, directo a la ducha sin decirle una palabra a nadie, desayuno (ya habían palabras) y salir al carro. Esta rutina me siguió también en la vida cuando empecé a trabajar, cuando me casé…criatura de hábitos.
Hasta que me convertí en mamá.
Como todos sabrán, el sueño es cosa seria cuando uno tiene hijos chiquitos, en especial cuando son bebés. Así que esa rutina que tanto me funcionaba ya no era compatible con el 5am club.
Imposible poner la alarma a las 5am cuando la alarma de un bebé me levantó 10 veces en la noche.
O eso pensé.
Como sigo en las trincheras de la etapa de recién nacido, me di cuenta que me siento igual de acabada si me levanto o si no me levanto a las 5am a hacer ejercicio, bañarme (¡tal vez hasta escribir La Tintorera o avanzar con trabajo!) y ser persona antes que se levanten mis hijos. La única diferencia es que si me levanto a ser productiva, estoy con mejor humor durante el día.
Me ha costado tres meses volver a retomar mi famosa rutina y la realidad es que no es fácil. Sin embargo, vale toda la pena.
No planeo ser motivación para nadie pero nunca me voy a cansar de decir lo game changer que es tener un rato sin ruido externo antes de empezar el día. Me caen pésimo los blogs motivacionales de CEOs diciendo que para las 6am ya corrieron una maratón, meditaron 1 hora e hicieron un ice bath. Nombre.
No es sostenible.
Pero sí lo es levantarse a las 5am, mover el cuerpo 20-30 minutos, bañarse en 10 minutos y adelantar con lectura o con correos por 15 min. Es una hora. A veces pasamos hasta más tiempo viendo Instagram o TikTok doomscrolling.
Esa hora para mí es lo que cambia todo durante el resto de mi día.
Si lo pienso desde el enfoque de storytelling, digamos que esa rutina hace que la narradora de mi historia tenga una mente más tranquila ante cualquier imprevisto que que pueda traer el día.
Además, nada más rico que el cafecito después del ejercicio, la bañada y la alistada. Ya con eso se puede seguir en las trincheras del cansancio y hasta tenerle paciencia a una toddler que pregunta 200 veces lo mismo.
Esta oda a la rutina mañanera es todo por hoy, nos vemos el próximo miércoles a las 7am hora GT.