Todo el día nos hablamos a nosotros mismos. Para mí, no hay nada peor que cuando esa voz se multiplica entre mares de pensamientos y no puedo escuchar ni una idea a la vez. Me lo imagino como una vocecita tratando de hacerse escuchar entre una avalancha de gritos.
Nada que ver.
Cuando eso me pasa, hay tres cosas que me ayudan a ir apagando voces poco a poco.
La cocina, la limpieza y la caminata.
Hear me out. No es tan grave como suena.
Aunque suene lejísimos del glamour, he aprendido que todo lo que dicen las pseudo gurus de lifestyle y bienestar en redes sociales sí funciona (para estas tres cosas, ojo).
Jamás pero jamás he sido fan de la cocina pero sí es cierto que cocinar postres, especialmente los de Broma Bakery, me ayuda a despejar la cabeza y pensar mejor. Casi nunca he logrado que me queden al 100 las galletas pero bueno, cuando salen del horno estoy mucho más tranquila.
Galletas de avena, de chocolate, de limón, de calabaza; de todo un poco y dependiendo de la temporada del año. Ya saben que ahorita el temita en mi casa es la calabaza, la nuez moscada y todo lo que huela a pino.
La segunda es la limpieza. Gracias a la pandemia me tiré de clavado al rollo de mantener la casa limpia y…es un gran mecanismo para despejar la mente. ¿Bicarbonato de soda con vinagre blanco? Mi vida no es la misma desde que descubrí sus poderes.
O, como dice mi esposo, “tenes un problema con las hormigas en la casa”. Y sí, es una batalla que peleo durante toda la temporada de lluvia.
Como todas en pandemia, empecé a doblar la ropa como Marie Kondo, colgué mis camisas y pantalones por color como me enseñaron las chicas de The Home Edit, comencé a aspirar mis gavetas cada vez que hago limpieza e incluso “limpio clóset” de ropa que no he usado en meses, varias veces al año.
Yo no era así, así me hizo la vida.
Pero no me quejo porque hay algo extremadamente satisfactorio de limpiar los espacios que habitamos o en donde guardamos nuestras cosas que hace que se reduzca el ruido mental.
Espacio limpio y ordenado = mente limpia y ordenada.
Por último, la caminata.
No es primera vez que menciono los poderes mágicos de salir a caminar aquí. Crecí viendo a mi mamá y a sus amigas saliendo a caminar y disfrutarlo y nunca entendí hasta que lo empecé a hacer de forma recurrente.
Ya sea con audífonos o escuchando solo los pasos y los alrededores, la caminata es una de esas actividades físicas que damos por sentado. O al menos yo lo daba por hecho.
Incluso he llegado a ver cambios en mi salud mental y en mi cuerpo (en determinados puntos de la vida) cuando salgo a caminar 30-45 min de forma recurrente. Como fanática del deporte, tengo que confesar que veía como “de menos” a esta actividad.
Ahora, es todo lo contrario.
Primero camino, luego pienso y existo.
Sé que el fin de año a veces puede ser complejo y bastante movido, así que comparto estos tres tips sobre cómo desenredar la mente cuando hay mucho ruido alrededor.
Eso es todo por hoy, nos vemos la próxima semana a las 7am hora GT.